Entre los desvaríos de la nocturnidad y la alevosía de querer hacerlo, me puede la inquietud de preguntarme sobre todo, sobre qué pasará y lo que está pasando, se que todo va bien, que mi vida sigue dando vueltas de campana y alguna que otra vez caigo de pie, no sé hasta que punto tengo superado mis traumas y mis errores, si soy capaz de seguir adelante o de simplemente no caerme estando de pie.
Todo lo que pasa por nuestra vida acaba dejando marcas en la piel, que cuando las acaricias o las acarician siguen doliendo, pero algunas veces existe la fortuna de que alguien importante para ti traiga algo para aliviar el dolor, te hace seguir adelante entendiendo tu dolor y comprendiendo la paciencia de la cura.
La fragilidad de los buenos momentos es tal, que a veces una simple mirada puede cambiarlo todo. La vulnerabilidad de nuestra mente nos hace plantearnos mil cosas a cada situación, pensar en todo y en todos y ser el centro de nuestro propio mundo, todo para que al final nuestra situación se base en la misma historia de siempre, acaba resultando que lo que de verdad somos en el interior se abre paso y eso de pensar en todo, eso de ser el centro, eso del dolor, se esfuma por media milésima de segundo y sólo queda la fragilidad y la vulnerabilidad de saber si puedes hacerlo, y en ese momento hay que estar preparado, para sujetarse fuerte a los cimientos de lo que somos, no perder el norte y si tienes suerte poder tener a alguien que te arrastre a favor de tu voluntad hacia lo que tenías ya olvidado en el cajón de tus entrañas. Espero estar preparado en ese momento.
"La vida no es más que cuatro tonterías escritas a mano por un mal bromista que busca reírse inocentemente de nosotros, sólo en el momento que seas capaz de aliviar el rencor de las bromas y empieces a reírte del sentido del humor del destino, conseguirás seguir hacia delante y, simplemente, vivir"
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