Cierro los ojos y pienso, escucho latir entre cada milésima de segundo algo que me atonta... Suelo soñar ser libre y con eso soy libre, suelo gritar a la vida que soy feliz, puedo susurrarle al mundo que lo intento, pero escondida en un rincón se encuentra mi sombra, la verdad amarrada a una silla y cubierta de gasolina, con una mecha en la boca que prende si habla...
Cuando todo esto acabe, algo cambiará seré yo o el mundo, o quizás ambas cosas. El pasado duele cada día más y nadie puede entenderme, la risa se agota entre las páginas destintadas de un desencanto de día. El sol quema y el aire me resquebraja. La prisión de cristal que acogió durante tantísimo tiempo a mi desdichada alma se agrieta, y poco a poco se van observando los rotos, quedándome sin fuerzas y con más y más ganas de marcharme muy lejos, dejando la bomba del rencor en cada uno de los corazones, la cual cada tic-tac alimenta más el roto de la jaula...
¿Quién ocupará mi lugar cuando me haya ido? Cualquier personajillo de turno será capaz de solventar y llenar en la mayoría de los casos mi pesada y desganada ausencia.
La importancia cobra valor a medida que se atribuyen méritos, a veces un mérito es sacar una simple sonrisa, acompañar, ayudar o simplemente estar cuando es necesario, en otras ocasiones es mover el mundo para dar sombra durante unos segundos... Lo efímero de la vida es la propia vida, la cual en un momento una mirada vale un tesoro y en otra situación idéntica vale un remolque de basura.
Los ojos ciegos no son capaces de ver los detalles, solo son capaces de escuchar las impertinencias de un mudo que no sabe diferenciar afecto de dolor, y así se conforma el esfuerzo inútil, de un dibujo dedicado a quien no puede ver, y palabras de odio de quien no sabe hablar.
Lo admito, mi miedo, mis malos actos, mi fácil y a la vez imposible confianza, son solamente un reflejo de mi pasado, el cual me atribuyo el honor de tener superado y el dolor de no ser verdad, no necesito llorar, no necesito salir del hoyo, veo perfectamente la luz de un mundo que jamás tomó la importancia sobre mí, importancia que yo oculté, la misma importancia que yo le negué al mundo, que yo mismo destruiré.
Son solo el prólogo de mi diario. Delirios de un cobarde
"Si hubiese sabido que todo el mundo acaba necesitando ayuda, la hubiese pedido antes de destruir y convertir mi mundo entero a cenizas. Ahora mismo no necesito recuperar lo que he aniquilado, necesito reconstruir los cimientos de mi vida, comenzando por mí, quizás desde un lugar más alejado, o quizás desde aquí. Mis tormentos me atosigan más y más cada vez que leo alguno de los malditos papeles de este baúl... Me sirven para saber quien soy, a la vez que me autodestruyen.... Ahora entiendo eso de que el conocimiento conlleva una felicidad más díficil de conseguir... Ojalá mi curiosidad no fuera tal y de mi ignorancia naciese mi sonrisa."
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