Al final estoy donde debería estar, soy feliz y no tengo ningún problema en admitirlo, en buscar los caprichos que puede ofrecerme un universo que no tiene nada que esconderme.
Todos acabamos donde debemos, y quizás sea aquí o en otro lugar con más o menos gente, con una orquesta clásica o con psicofonias extrañas sacadas de cualquier película de terror, pero piense lo que piense, todo es feliz, todo es algo bueno y por fin puedo dejar de sonreír para empezar a reír. Porque hasta las canciones tristes tienen un punto optimista, y no se cuantos químicos estarán rondando por mi cabeza, pero he descubierto que la droga más efectiva contra el dolor es la felicidad, y aunque es difícil pillarla, es la más efectiva
No hay comentarios:
Publicar un comentario